martes, 7 de diciembre de 2010

Las Instituciones

La existencia diaria de una persona se divide en dos esferas: la vida pública y la vida privada. La segunda se desarrolla alrededor de la familia, los amigos, los compañeros y vecinos más cercanos, etc. Lo característico es que cada uno es tratado por quien es. Se construyen relaciones interpersonales y en ámbitos pequeños estas relaciones tienen gran importancia, son las que predominan y generan las reglas de convivencia.

Cuando nos encontramos en grupos sociales más grandes, ciudades, países, etc., las reglas de convivencia interpersonales no funcionan y es necesario acogerse a un sistema de reglas sociales. Los conjuntos de reglas sociales que gobiernan estas relaciones suelen llamarse instituciones. Y al ámbito de las relaciones interpersonales se le llama vida pública.

En una sociedad compleja la vida pública incluye el grueso de la convivencia cotidiana, la actividad económica, la organización política, la participación religiosa y cualquier otra iniciativa social institucionalizada. En la vida pública las personas se relacionan a través de instituciones que norman dicha relación. Por ejemplo, en el sistema de transito, se espera que al llegar a un semáforo nos detengamos si la luz está roja. El semáforo es una institución, el color de la luz nos señala una norma de conducta. Respetándola, nos relacionamos con los otros conductores en la misma intersección. No necesitamos conocernos todos para cruzar las intersecciones.

La intención principal de un sistema de semáforos no se encuentra en evitar colisiones de vehículos o atropellos de personas, sino en aumentar la velocidad promedio de circulación automotor en la ciudad. Si no hay semáforos, los carros pasarán los cruces cuando puedan, pero más despacio, para evitar chocar o atropellar a alguien. Pueden aparecer reglas espontáneas como el 1x1 caraqueño o la ley del más arriesgado como ocurre en Maracaibo o en Oriente. Lo que no ocurre es que cualquiera de estos métodos sea más rápido, en la circulación general, que con el uso del semáforo.

Un sistema de semáforos implica una doble fe en los ciudadanos:
a. La confianza de que tiene sentido pararse cuando la luz esta en rojo, y
b. La confianza en que los otros actuarán de la misma manera.

Cuando el sistema funciona de esta manera la productividad de la sociedad aumenta y se incrementa la calidad de vida.

Las instituciones proveen dos elementos muy importantes para el funcionamiento fluido de las grandes sociedades:
1. Economía en el conocimiento necesario para la toma de decisiones. Basta con saber las reglas; no es preciso conocer a las personas.
2. Predecibilidad sobre el comportamiento de los demás. Conociendo las reglas y que los otros también se rijan por ellas, podemos saber cómo actuarán en cada situación.

En una sociedad grande sin reglas, la incertidumbre acerca de la actuación de los otros resulta paralizante. En nuestro País como no tenemos confianza en el funcionamiento de las instituciones, en el ejemplo del semáforo frenamos y observamos el cruce antes de pasar cuando el color es verde, lo que causa una disminución o frenado en el flujo del tráfico, la sociedad en general es poco eficiente y productiva. Adicionalmente tenemos una baja calidad de vida.

Tenemos como sociedad la tarea de construir instituciones, esto implica que nosotros mismos en nuestros hogares debemos trasmitir el respeto por ellas con el ejemplo y la palabra.


Rafael A. Melo

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