miércoles, 1 de septiembre de 2010

La percepción y sentido de Comunidad

Queridos amigos,

Hablando de temas interesantes con los que uno se tropieza por ahí, les cuento que ayer veía TV y en un programa de documentales mostraron un curiosos segmento en el cual se investigaba donde se encuentran las personas más felices del planeta. Para la realización del trabajo de investigación se seleccionaron docenas de criterios y localidades y cargados con dichos parámetros, los científicos se lanzaron a innumerables partes del mundo a fin de recoger la data. Después de muchos meses y cientos de tabulaciones organizando la data recolectada, los investigadores llegaron a la conclusión de que el criterio más importante para alcanzar la felicidad de los pobladores de un sitio, es que sus habitantes perciban un fuerte sentido de comunidad. Específicamente, se refieren a un sentido de comunidad desde el punto de vista emocional o psicológico. Es decir que los habitantes de un lugar sientan o perciban que son iguales los unos a los otros, y sobre todo que ellos divisen una interdependencia entre todos sus habitantes. También es importante sentir que uno es parte importante de algo mayor a uno y que a su vez, eso se relaciona con uno mismo en forma horizontal. Obviamente, que el sentido territorial de comunidad es importante pero no más que el sentido de relacionarse con nuestros semejantes.

Estas ideas sobre el sentido de comunidad emocional o psicológico me trasladaron a los tiempos del colegio en los años 60’s. Mi padre siempre se refería a Caracas como la sucursal del cielo. Y tenía razón cuando usaba esa metáfora. Independientemente de la situación económica y política bajo la cual vivía la mayoría de nosotros, en general podría decirse que existía un fuerte sentido de comunidad. Por ejemplo, para mí y todos los miembros de mi familia, el colegio era el centro de la gran parte de nuestras actividades cotidianas. No solamente por las horas que pasábamos en él, dizque educándonos, sino también por las actividades extracurriculares en las que participábamos. Y cuando no estábamos en algo relacionado con el colegio, entonces, era algo relacionado con la familia extendida en casa de los primos, los vecinos, en misa o en el club. En fin, la percepción de pertenecer a algo más grande estaba ahí presente, igualmente el sentido de ser asistido por los demás en caso de necesitarlo y por último un gran sentido de responsabilidad por ayudar al prójimo, fuera este un familiar, un vecino o un amigo.

La gente no se mudaba o cambiaba de ciudad y mucho menos de país. Obviamente, me refiero a la gran mayoría, ya que por supuesto que existían casos en donde por una u otra razón se movilizaban. Pero eran pocos los casos y cuando sucedían todos nos enterábamos y participábamos en el gran evento. Muchas de esas percepciones psicológicas sobre la comunidad se han perdido ahora. Además no se han podido mantener por la expansión urbana o el crecimiento desmedido de la ciudad.

Otro factor que ha incidido en la reducción de ese sentimiento emocional de comunidad es la diversidad de nacionalidades que habitan entre nosotros. Sin duda alguna que la diversidad por sí misma es algo positivo, ya que nos brinda la oportunidad de aprender de otros y, sobre todo, el dar a otros. Sin embargo, esas dos acciones no son tan fáciles al vivirlas como suenan al nombrarlas.

Al final del documental de la TV En el programa de TV donde vi. El documental en donde presentaron los resultados del estudio en el que los investigadores llegaron a la conclusión que el país en donde sus habitantes son más felices que cualquier otro es en Dinamarca. Curiosamente la tasa de impuesto efectiva sobre sus habitantes supera el 65% de los ingresos personales; la diversidad de sus habitantes es entre las más bajas del mundo y el clima es horrible, pero la verdadera razón para la felicidad de los dinamarqueses es el enorme sentido de comunidad que ellos poseen.

En el segmento que mostraban en la TV, me sorprendió ver como las madres cuando van de compras dejan afuera de la tiendas en la aceras, al igual que las bicicletas, a los coches con los bebés sin ningún tipo de vigilancia. Ni hablar de las bicicletas sin con candados y las rejas en las ventanas de las casas y locales comerciales. Simplemente eso no existe allá.

Viviendo en un país cómo este bien distinto al mío de origen puedo decirles que la modernidad, la tecnología, en fin el progreso económico, etc. han deteriorado enormemente la percepción de comunidad. Lo bueno es que están conscientes y tratan con grandes esfuerzos de mantener esa percepción. No obstante,

La globalización y el modernismo son factores que necesitan ser compensados con fuertes acciones sociales para poder conservar nuestras comunidades y con ellas nuestra felicidad. No es raro observar que en los únicos sitios que se observa en este país un fuerte sentido de comunidad es solamente en aquellas poblaciones donde el desarrollo y la expansión desmedida no han llegado. Si alguno de ustedes sabe de un sitio así no dejen de avisarme. Mientras tanto seguiré disfrutando de mi percepción psicológica de comunidad a través del grupo de ustedes, mis compañeros de colegio.

Un abrazo

José Domingo Sosa

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